La gestión de la propia vida y los trastornos mentales
Sergio Ramos-Pozón // Bernabé Robles del Olmo
Profesor Asociado Universitat de Vic // Jefe de Servicio de Neurología del Parc Sanitari Sant Joan de Déu. President Comitè d'Ètica Assistencial PSSJD. Comitè d'Ètica d'investigació SJD. Comisión Permanente del Comité de Bioética de Cataluña.
http://revista.fundacionletamendi.com/index.php/ficha/114/La-gestin-de-la-propia-vida-y-los-trastornos-mentales
Ramos-Pozón, S. y Robles del Olmo, B., “La gestión de la propia vida y los trastornos mentales” Folia Humanística, 2018 (8): 42-60. Doi: http://dx.doi.org/10.30860/0036
Resumen: Presentamos un análisis y reflexión sobre la gestión de la propia vida en las personas con enfermedad mental. Vamos a ceñirnos en particular al ámbito de la
CONCLUSIONES
Todas aquellas decisiones en torno al proceso del final de la vida resultan muy controvertidas y delicadas. Tenemos un consenso sobre qué es la eutanasia y el suicidio médicamente asistido; sin embargo, algunas premisas que envuelven estas definiciones no están aun claras o resultan problemáticas: ¿Qué quiere decir exactamente que el sufrimiento será “insoportable” o que la patología será “intratable”? Dar la posibilidad a un paciente que solicite la eutanasia o el suicidio médicamente asistido implica que la persona ha de ser “competente” para tomar una decisión responsable y autónoma. La evaluación de la competencia persigue evitar tanto la “hiperprotección” como la “hiperautonomía”. Por tanto esa revisión ha de producirse meticulosamente, con independencia de que la persona tenga o no una enfermedad mental. Los criterios y los aspectos han de ser evaluados para todas las personas por igual. Una vez valorada la competencia de los pacientes y teniendo en cuenta que algunas personas con enfermedad mental pueden tener “suficiente grado de competencia como para decidir”, sin duda cabe también replantearse qué hacer ante un paciente con una depresión crónica que quiere aplicar sus decisiones autónomas en las distintos aspectos de su propia vida.
En resumen hemos querido constatar algunos argumentos a favor y en contra sobre esta posibilidad, aunque ciertamente nuestro objetivo no era debatir sobre la aceptabilidad social de estas prácticas. En algunos casos no se podría permitir, mientras que en otros quizás sí. En cualquier caso, una evaluación meticulosa sobre la competencia de los pacientes ha de ser el criterio a seguir, más que el tener o no una enfermedad mental (algo que por otro lado discrimina).
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