martes, 28 de octubre de 2014

Documental sobre 10 personas con esquizofrenia que han recuperado las riendas de su vida y conviven con la patología

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Gracias a la ayuda profesional y de las asociaciones de pacientes y cuidadores, al acceso al tratamiento adecuado y la integración y aceptación social, las personas con enfermedad mental pueden tener, hoy en día, una vida normal. Sin embargo, en ausencia de estas herramientas, las consecuencias para la sociedad y el paciente pueden ser graves: desarraigo social y familiar, estigma, cronicidad y deterioro, desempleo, abuso de sustancias, suicidio…
La recuperación en salud mental es posible. Y esta realidad, menos conocida, es la que pretende divulgar este proyecto.

A través del testimonio documental de 10 personas con antipsicótico, esquizofrenia, síntomas, psiquaitra, psicosis, brote psicótico, estigma, tratamientoesquizofrenia que han recuperado las riendas de su vida y conviven con la patología como con cualquier otra enfermedad crónica. 10 personas de distinta edad, entorno geográfico y social, formación, con distintos intereses e inquietudes, con distintos tipos de vida familiar y laboral… pero todos ellos capaces de reivindicar sus capacidades, su ilusión, y la felicidad con la que pueden afrontar su vida. Capaces de contar su ejemplo, más allá del estigma, alentando a otros afectados y familiares para tomar el camino de la recuperación.
Conoceremos su historia personal: el momento de su diagnóstico, cómo la esquizofrenia limitó su vida, qué ha hecho posible su mejoría y, sobre todo, cómo han recuperado su vida, sus ilusiones, proyectos y futuro, viviendo la esquizofrenia sin prejuicios.
(Los vídeos los podréis encontrar en: 
http://www.esquizofrenia24x7.com/di-capacitados?gclid=CjwKEAjw5ZKiBRDhqa-Yjcml9kYSJABia-RnRrbvqpKttnseUJhfqpjKThoYyhI3jxiK9l4Q_NCmIRoChO3w_wcB

miércoles, 22 de octubre de 2014

El ‘grito moral’ de Adela Cortina gana el Nacional de Ensayo

Adela Cortina, antes de impartir ayer una conferencia en Valencia, junto al presidente de Etnor, Paco Pons. / TANA CASTRO
Al principio, la metafísica era su objeto de estudio. Luego, España cambió de una dictadura a una sociedad democrática y plural, y entonces Adela Cortina (Valencia, 1947) se planteó la necesidad de buscar “una ética que sirviera para todos, basada en los valores de la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad”. A partir de ahí la ética se convirtió en su especialidad y en la materia de sus numerosos libros, el último de los cuales, ¿Para qué sirve realmente la ética?(Paidós), obtuvo ayer el Premio Nacional de Ensayo 2014 que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
“Bueno, la metafísica sigue siendo importante, pero la ética ya no me abandonó jamás”, comentaba sonriendo la catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universitat de València, mientras recibía felicitaciones por la distinción, dotada con 20.000 euros. Se disponía a impartir la conferencia La responsabilidad ética de la sociedad civil, en la Fundación para la ética de los negocios y las organizaciones (Etnor), pero antes se prestó a responder brevemente a algunas preguntas. Una era de cajón, dado el título de su libro: ¿Para qué sirve la ética? “Sirve para que no pasen cosas como están pasando en este país porque la ética no está en los corazones; sirve sobre todo para crear ejemplaridad, para explicar a la gente que es mejor colaborar y cooperar. La ética es de primera necesidad, no sólo en España. Acabo de venir de México y la situación es atroz. La indignación es palpable. El ébola no interesaba a nadie hasta que saltó de África”, explica Cortina, autora de Ética mínima (1986),Ética de la razón cordial (2007, Premio Internacional de Ensayo Jovellanos) o Las fronteras de la persona (2009). “De todas estas cosas se habla en el libro”.
De esta obra, el jurado del premio destaca que se trata de “un ensayo que acierta en aplicar el rigor de la filosofía a los interrogantes de la vida actual”.
Una vida que no parece regirse por códigos éticos y no lo hace por “estupidez”, apostilló la pensadora. “Porque es más inteligente cooperar y colaborar porque así todos salimos ganado. Si sumas en positivo todo el mundo sale ganando. Si ganan unos pocos, otros muchos salen perdiendo”, argumenta la filósofa, que se considera discípula intelectual de pensadores como el español José Luis Aranguren y el alemán Karl-Otto Apel, si bien su principal referencia es Immanuel Kant.
Con una sala repleta de público en el Centre Cultural Bancaixa de Valencia esperando su intervención, Cortina aún se detiene para señalar la diferencia entre la ética, “que es la filosofía moral”, y la moral, que pertenece a “la vida cotidiana”. Aunque estas “distinciones puede que a la gente no le interesen”, agregó. La profesora siguió ayer por la tarde con sus planes, impartiendo clases en un máster sobre ética y democracia, ajena por completo a los medios de comunicación que la buscaban tras anunciarse el premio.
“La verdad es que no me esperaba el premio. Y no sabía que lo habían presentado. Estaba preparando el seminario cuando han empezado las llamadas”, indicó Cortina, que se licenció en Valencia y amplió estudios en las universidades de Munich y Fráncfort. La catedrática es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la Fundación Etnor. ¿Para qué sirve realmente la ética? es una especie de paseo por las propuestas más urgentes para la convivencia, con una voluntad divulgadora y provocadora. Como explicaba a este diario a propósito de la publicación del ensayo, su pretensión ha sido dar respuesta a las diversas posibilidades, con formulaciones claras: “sirve para”, y así hasta en nueve ocasiones, que son los nueve capítulos.
El punto de partida “es que todos los seres humanos somos necesariamente morales. Podemos ser morales o inmorales, pero no amorales. Y lo mejor que podemos hacer es sacar partido de esa manera de ser moral del modo más inteligente posible. De hecho, eso es lo que se ha intentado desde Grecia”. De ahí que en el libro haga un recorrido por una gran cantidad de aspectos en los que la ética resulta fecunda. “He intentado hacer ver que hay algo muy claro en este momento: si nos hubiéramos comportado éticamente, no tendríamos una crisis como la actual”, aseguraba.

Las cordialidad ética de Adela Cortina

SALVADOR GINER
La imagen popular, si es que la hay, de los filósofos que enseñan ética es la de unos profesores especialistas en abstracciones, es decir, en principios, nociones generales de cómo deberíamos comportarnos, e ideas libres de toda concreción sobre lo que debería ser, pero nunca es. De lo que nunca hay en este valle de lágrimas, o en este mundo de goces triviales y encandilados consumidores de cualquier cosa que les entretenga.
La aportación singular de Adela Cortina en ese campo tan feraz en la España de hoy como es la filosofía moral, ha consistido en negar estas erróneas nociones, y en combatirlas en su propio terreno, puesto que ella no es ajena a la abstracción necesaria, al rigor lógico y ni mucho menos, a la indignación moral guía de su pensamiento. (Una indignación moral que tanto su Etica mínima, de 1986, hasta su Etica sin moral —“ética sin sermones moralizantes”, diría yo— de 1990, culminaba con su estupenda Etica de la razón cordial, de 2007. Éste último es el texto que hasta ahora más claramente ha sacado a la luz los entresijos de lo que inspira uno de los más escasos bienes con los que uno se topa en la comunidad pensante de este país, la pasión intelectual. És esta, amén de la ética, la que guía la mano de Adela Cortina.
Impaciente y nerviosa como es, la profesora Cortina, en su afán por mejorar el mundo —a sabiendas de que su mudanza moral radical es imposible— se encuentra entre quienes, sin circunloquios ideológicos, se pone a enmendar entuertos dentro de lo que hay, y no siempre contra lo que hay, o aboliendo lo que hay. Me explico. Sin tener que aceptar el mundo empresarial tal cual, ni su infraestructura esencial —el capitalismo y su más o menos sólido mercado— Adela Cortina, desde la Fundacion ETNOR, milita para coadyuvar a imponer una ética de los negocios, tanto interna como externa. Es un posibilismo de nuevo cuño —yo le llamo humanismo pragmático, pero ya me la imagino corrigiéndome cordialmente, puesto que cordial es su talante siempre— que no sé hasta qué punto será bien recibido por los numerosos absolutistas de la ética de este país nuestro, lleno de malandrines. (Los absolutistas exigen mudanzas radicales generales, aunque no sabemos cuales son.) Que la menuda, impaciente, sabia y siempre lúcida profesora Adela Cortina nos siga dando ánimos para seguir conviviendo y haciendo más decente nuestra casa común. No podemos dejar en manos de los magistrados y los jueces tanta miseria nacional.
Salvador Giner es sociólogo y jurista. Es autor de libros como El destino de la libertad y Ciudadanía, desigualdad social y Estado de Bienestar.

martes, 21 de octubre de 2014

Morir con dignidad, un derecho del siglo XXI

El desarrollo de las tecnologías médicas ha propiciado un alargamiento de la existencia que no va acompañado necesariamente de calidad. Hemos conseguido añadir más tiempo a la vida, pero no más vida al tiempo.
El resultado es que estamos hoy abocados a un último periodo vital desprovisto de control pleno y, consiguientemente, de la dignidad a la que tenemos derecho. Porque sólo con libertad es posible la dignidad, y no hay libertad plena en la vida mientras su final permanezca secuestrado.

Decidir, muerte digna tecnología XXI “Morir constituye el acto final de la biografía personal de cada ser humano y no puede ser separado de aquella como algo distinto. Por tanto, el imperativo de la vida digna alcanza también a la muerte. Una vida digna requiere una muerte digna. El derecho a una vida humana digna no se puede truncar con una muerte indigna. El ordenamiento jurídico está, por tanto, llamado también a concretar y proteger este ideal de la muerte digna”.
Estas palabras, de la Ley andaluza de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte, que la reconocen como parte fundamental de la vida, tienen el acierto de no hacer ninguna presunción acerca del significado del término dignidad.
Si bien existe una gran disparidad en lo que cada uno entiende por dignidad, existe un consenso actual bastante amplio —si no universal— en que morir en paz, con serenidad, pudiendo despedirse de los suyos, morir en casa, sin dolor y, si puede ser, en un suave sueño es, a simple vista, el ideal de una buena muerte. Es evidente que si en la vida tenemos derecho a procuramos un suficiente bienestar, para su última etapa —el proceso de morir— tenemos igualmente el derecho de procurarnos nuestro ideal de buena muerte.
Sin embargo, no es casualidad que la muerte sea un tabú en nuestra sociedad actual. A pesar de que la muerte nos espera de un modo necesario, vivir de espaldas a ella parece ser el resultado de un miedo que se nos presenta interesadamente como ancestral pero que, en realidad, tiene su origen en el chantaje educacional, cultural y emocional.
Quizás por ello, no son muchas las personas que defienden desde la militancia los derechos para la muerte digna; pero es una inmensa mayoría de la ciudadanía la que la apoya.
Esta situación se debe a la dificultad para relacionarse con la muerte. No es habitual plantearse la necesidad del buen morir hasta que tenemos que enfrentarnos a una situación personal que afecta a un familiar o a un amigo. En esos momentos se toma conciencia de la importancia de este derecho. De una manera bastante ilustrativa, la asociación Derecho a Morir Dignamente nos muestra, en el anuncio más largo del mundo, 25 horas cualquiera, de un día cualquiera, de una persona enferma cualquiera y con una enfermedad cualquiera, en estado terminal.
No estamos ante una reivindicación de las que sacan a miles de personas a la calle, pero sí de las que tiene uno de los respaldos sociales más importantes.
En este sentido, no solo no hay contradicción alguna entre la lucha por lograr la dignidad en ambos procesos, vida y muerte, sino que no será posible una vida plenamente digna en tanto no se consiga la garantía de una muerte digna.
Evitar en lo posible un final estremecedor de sufrimiento es, hoy en día y con los avances de la ciencia, un mínimo exigible desde cualquier planteamiento ético. Sin embargo, este anhelo de una muerte sin sufrimiento no agota el sentido de dignidad de cada vez más personas que se consideran dueños de su existencia y que reclaman el control pleno de sus vidas.
Para esas personas no se respetará su dignidad individual en tanto las decisiones fundamentales -el cuándo, el cómo y el dónde se produce la muerte- sigan en manos de otros, ya sean médicos, políticos, jueces u obispos.
En este sentido, se puede afirmar que una muerte digna es mucho más que una muerte sin sufrimiento. Para muchos, no es el dolor o la incapacidad lo que hace indigna una muerte sino la negación de su propio control del proceso de morir; porque no hay dignidad en la muerte, ni en la vida, sin la libertad de decidir.

http://www.eldiario.es/clm/decidir/Morir-dignidad-derecho-siglo-XXI_6_315728464.html

miércoles, 15 de octubre de 2014

Las personas con trastorno mental no se conforman con ser normales. Queremos ser felices

La Mari de Chambao, María Rozalén, Juan Echanove, Leticia Dolera, Rosa Montero y Raúl Arevalo, protagonizan un vídeo en el que hacen suyas las reivindicaciones de las personas con trastorno mental y sus familiares. Más información en www.queremosserfelices.org



sábado, 4 de octubre de 2014

Premi Beca Fundació Grífols Víctor i Lucas Premios y Becas sobre Bioética 2013-14


Quiero dar las gracias a la Fundació Grífols por haberme dado esta oportunidad para poder desarrollar este proyecto.
Quiero felicitar a su vez al resto de ganadores, especialmente a Jordi Cabòs compañero de la Facultad.


Becas de investigación:

Sergio Ramos de la Universidad de Barcelona por el trabajo: "El documento de voluntades anticipadas en salud mental".
Jordi Cabòs de la Universidad de Barcelona por el trabajo: "Epidemiologia de la resiliència".
Al equipo liderado por Priscila Giraldo del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médiques (IMIM) por el trabajo: "Comunicación y disculpa después de un error médico".
Oriol Yuguero de la Universidad de Lleida por el trabajo: "Estudio de la empatía de los médicos y enfermeras de Atención Primaria de la Región Sanitaria de Lleida y su relación con las variables clínica".
Omar García de la Universidad del País Vasco por el trabajo: "El concepto de autonomía del DSM 5: rasgos y posibles implicaciones de su modificación".
Míriam de la Flor del Hospital Universitario Joan XXIII por el trabajo: "Programa de toma de decisiones compartida en el cáncer de mama con mastectomía. El derecho de la mujer a decidir".

Premio a una obra periodística:
La periodista Ana Macpherson por el artículo: ¿Qué hay en mi historia clínica?publicado en La Vanguardia el 9 de diciembre de 2013.

Premio de bachillerato: 


Primer premio: a Beatriz de Peray, de la Escola Pia Balmes, por el trabajo: "Les implicacions ètiques en el diagnòstic genètic preimplantacional".
Segundo premio: a Noemí Aranda , del instituto Baix Penedès, por el trabajo: "Un giro de 180º".
Tercer premio: a Eloi Güell, del instituto Castelló d’Empúries, por el trabajo: "El futur de la naturalesa humana".

http://www.fundaciongrifols.org/portal/es/2/9128/ctnt/dD14/_/_/ayyt/2014.html