Al principio, la metafísica era su objeto de estudio. Luego, España cambió de una dictadura a una sociedad democrática y plural, y entonces Adela Cortina (Valencia, 1947) se planteó la necesidad de buscar “una ética que sirviera para todos, basada en los valores de la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad”. A partir de ahí la ética se convirtió en su especialidad y en la materia de sus numerosos libros, el último de los cuales, ¿Para qué sirve realmente la ética?(Paidós), obtuvo ayer el Premio Nacional de Ensayo 2014 que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
“Bueno, la metafísica sigue siendo importante, pero la ética ya no me abandonó jamás”, comentaba sonriendo la catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universitat de València, mientras recibía felicitaciones por la distinción, dotada con 20.000 euros. Se disponía a impartir la conferencia La responsabilidad ética de la sociedad civil, en la Fundación para la ética de los negocios y las organizaciones (Etnor), pero antes se prestó a responder brevemente a algunas preguntas. Una era de cajón, dado el título de su libro: ¿Para qué sirve la ética? “Sirve para que no pasen cosas como están pasando en este país porque la ética no está en los corazones; sirve sobre todo para crear ejemplaridad, para explicar a la gente que es mejor colaborar y cooperar. La ética es de primera necesidad, no sólo en España. Acabo de venir de México y la situación es atroz. La indignación es palpable. El ébola no interesaba a nadie hasta que saltó de África”, explica Cortina, autora de Ética mínima (1986),Ética de la razón cordial (2007, Premio Internacional de Ensayo Jovellanos) o Las fronteras de la persona (2009). “De todas estas cosas se habla en el libro”.
De esta obra, el jurado del premio destaca que se trata de “un ensayo que acierta en aplicar el rigor de la filosofía a los interrogantes de la vida actual”.
Una vida que no parece regirse por códigos éticos y no lo hace por “estupidez”, apostilló la pensadora. “Porque es más inteligente cooperar y colaborar porque así todos salimos ganado. Si sumas en positivo todo el mundo sale ganando. Si ganan unos pocos, otros muchos salen perdiendo”, argumenta la filósofa, que se considera discípula intelectual de pensadores como el español José Luis Aranguren y el alemán Karl-Otto Apel, si bien su principal referencia es Immanuel Kant.
Con una sala repleta de público en el Centre Cultural Bancaixa de Valencia esperando su intervención, Cortina aún se detiene para señalar la diferencia entre la ética, “que es la filosofía moral”, y la moral, que pertenece a “la vida cotidiana”. Aunque estas “distinciones puede que a la gente no le interesen”, agregó. La profesora siguió ayer por la tarde con sus planes, impartiendo clases en un máster sobre ética y democracia, ajena por completo a los medios de comunicación que la buscaban tras anunciarse el premio.
“La verdad es que no me esperaba el premio. Y no sabía que lo habían presentado. Estaba preparando el seminario cuando han empezado las llamadas”, indicó Cortina, que se licenció en Valencia y amplió estudios en las universidades de Munich y Fráncfort. La catedrática es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la Fundación Etnor. ¿Para qué sirve realmente la ética? es una especie de paseo por las propuestas más urgentes para la convivencia, con una voluntad divulgadora y provocadora. Como explicaba a este diario a propósito de la publicación del ensayo, su pretensión ha sido dar respuesta a las diversas posibilidades, con formulaciones claras: “sirve para”, y así hasta en nueve ocasiones, que son los nueve capítulos.
El punto de partida “es que todos los seres humanos somos necesariamente morales. Podemos ser morales o inmorales, pero no amorales. Y lo mejor que podemos hacer es sacar partido de esa manera de ser moral del modo más inteligente posible. De hecho, eso es lo que se ha intentado desde Grecia”. De ahí que en el libro haga un recorrido por una gran cantidad de aspectos en los que la ética resulta fecunda. “He intentado hacer ver que hay algo muy claro en este momento: si nos hubiéramos comportado éticamente, no tendríamos una crisis como la actual”, aseguraba.
Las cordialidad ética de Adela Cortina
SALVADOR GINER
La imagen popular, si es que la hay, de los filósofos que enseñan ética es la de unos profesores especialistas en abstracciones, es decir, en principios, nociones generales de cómo deberíamos comportarnos, e ideas libres de toda concreción sobre lo que debería ser, pero nunca es. De lo que nunca hay en este valle de lágrimas, o en este mundo de goces triviales y encandilados consumidores de cualquier cosa que les entretenga.
La aportación singular de Adela Cortina en ese campo tan feraz en la España de hoy como es la filosofía moral, ha consistido en negar estas erróneas nociones, y en combatirlas en su propio terreno, puesto que ella no es ajena a la abstracción necesaria, al rigor lógico y ni mucho menos, a la indignación moral guía de su pensamiento. (Una indignación moral que tanto su Etica mínima, de 1986, hasta su Etica sin moral —“ética sin sermones moralizantes”, diría yo— de 1990, culminaba con su estupenda Etica de la razón cordial, de 2007. Éste último es el texto que hasta ahora más claramente ha sacado a la luz los entresijos de lo que inspira uno de los más escasos bienes con los que uno se topa en la comunidad pensante de este país, la pasión intelectual. És esta, amén de la ética, la que guía la mano de Adela Cortina.
Impaciente y nerviosa como es, la profesora Cortina, en su afán por mejorar el mundo —a sabiendas de que su mudanza moral radical es imposible— se encuentra entre quienes, sin circunloquios ideológicos, se pone a enmendar entuertos dentro de lo que hay, y no siempre contra lo que hay, o aboliendo lo que hay. Me explico. Sin tener que aceptar el mundo empresarial tal cual, ni su infraestructura esencial —el capitalismo y su más o menos sólido mercado— Adela Cortina, desde la Fundacion ETNOR, milita para coadyuvar a imponer una ética de los negocios, tanto interna como externa. Es un posibilismo de nuevo cuño —yo le llamo humanismo pragmático, pero ya me la imagino corrigiéndome cordialmente, puesto que cordial es su talante siempre— que no sé hasta qué punto será bien recibido por los numerosos absolutistas de la ética de este país nuestro, lleno de malandrines. (Los absolutistas exigen mudanzas radicales generales, aunque no sabemos cuales son.) Que la menuda, impaciente, sabia y siempre lúcida profesora Adela Cortina nos siga dando ánimos para seguir conviviendo y haciendo más decente nuestra casa común. No podemos dejar en manos de los magistrados y los jueces tanta miseria nacional.
* Salvador Giner es sociólogo y jurista. Es autor de libros como El destino de la libertad y Ciudadanía, desigualdad social y Estado de Bienestar.
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